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El Desván del Escritor > Historias Susurradas

Destinos Errados ·FINALIZADO·

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Valnelia:
Os dejo otra cosita que escribí durante un fin de semana, espero que os guste, no tiene nada que ver con vampis, sangre o peleas, que es lo más habitual en mi...   jajaja




Destinos errados

¡Sarah!

      El grito de Harry se dejó oír por encima de la retrasmisión del partido de futbol que estaban viendo en la pantalla panorámica de 52".

—¿Quieres traer las jodidas cervezas?

     Stan le lanzó una mirada fugaz a la joven mientras entraba apresurada en el salón, portando una bandeja con dos botellines nuevos y un bol de patatas fritas, lo dejó todo con cuidado sobre la mesita baja colocada delante del enorme sillón. Harry ni se molestó en apartar los pies de encima para facilitarle el trabajo.

—¿Dónde cojones estás metida? —le preguntó. Su tono imperativo daba muestras de lo cabreado que estaba, en parte porque el equipo del que ambos eran seguidores iba perdiendo a falta de pocos minutos para que dieran el final—. Sienta tu culo en el sillón, como anfitriona das pena —continuó, dándole un trago a la cerveza recién salida de la nevera.

     Stan se dedicó a observar a la chica, el partido hacía rato que había dejado de interesarle. Hacía meses, o quizás un año, que no pasaba por casa de su amigo, aunque se veían cada día en el trabajo. Había dejado de ir por la situación incómoda en la que se encontraba, pero Harry había insistido en ver juntos ese partido. ¡Era la final, joder!, tal y como le había reiterado varias veces a lo largo del día. Acabó cediendo.
     Lo que menos esperaba era encontrarse el cambio efectuado en ella. Estaba apagada, no era la chica que él había conocido una tarde de domingo esperando en la cola del multicines. Ambos habían acudido solos a ver la típica película que no gustaba a nadie por su argumento existencial y que ellos no habían querido perderse.
     Desde que la vio en la cola, Stan no pudo apartar la mirada de ella. Una sonrisa adornaba sus labios continuamente, como si fuera feliz simplemente por estar allí a pesar del frío que hacía. Una bufanda protegía su cuello y un gorrito de lana a juego cubría su cabeza, dejando que su larga melena negra cayera suelta por su espalda, tentándolo a acariciarla y comprobar si era tan suave como parecía.
     Cuando los dejaron pasar, la siguió con la mirada mientras ella buscaba su sala y una plácida sensación se adueñó de él cuando comprobó que iban a la misma. A esa hora de la tarde la tenían prácticamente para ellos solos y advirtió con decepción como acabarían sentados con varias filas de asientos de por medio. La vio acomodarse casi a mitad, ni muy arriba ni muy abajo, y él continuó hasta sobrepasarla, únicamente para poder seguir observándola sin que se diera cuenta. Y también porque no se atrevía a sentarse directamente a su lado por culpa de su inseguridad con las chicas. Cuando las luces se apagaron, no resistió el impulso por más tiempo, estaba nervioso, pero dejó a un lado su timidez y bajó las escalerillas hasta llegar a su fila. Con las piernas temblando se sentó a su lado y se armó de valor para hablarle, deseando en su fuero interno que no le mandara a la mierda por importunarla.

—Sé que tengo toda la sala para sentarme donde quiera sin necesidad de molestarte, pero ¿te importa que me siente a tu lado?

     Ella lo miró con esos enormes ojos verdes que lo observaban todo con expectación, y que lo hacía desear que lo mirara a él de esa misma forma el resto de su vida. Echó un vistazo alrededor, como si no se hubiera dado cuenta que estaban prácticamente solos en la sala, el desconcierto y la sorpresa dieron paso a una a risa fresca y contagiosa que provocó que le latiera el corazón a mil por hora.

—Hola, soy Sarah —se presentó cuando dejó de reír, tendiéndole la mano.
—Stan —fue lo único que pudo contestar con una sonrisa boba en sus labios.

     Vieron la película y la comentaron como si fueran viejos amigos, era imposible no sentirse a gusto con ella, le transmitía cierta paz y tranquilidad, también confianza y esperanza. Todas emociones que ya daba por perdidas.  Cuando acabó la sesión, salieron juntos del cine y él la invitó a tomar un café, temiendo el momento de la inevitable separación. Estaba disfrutando como no disfrutaba desde hacía mucho tiempo, desde que su ex lo había dejado por un compañero con un coche más grande, un sueldo más grande y una casa más grande, después de tres años de relación y un proyecto de futuro juntos, dejándole una sensación de fracaso de la que no conseguía desprenderse y una atípica inseguridad que aun arrastraba a pesar de haber pasado ya un año.
     La tarde se les pasó volando. En su compañía, a Stan le era difícil no disfrutar de cada minuto como ella misma hacía; saboreándolos como si fuera el último de su existencia. Y otra vez se armó de valor para pedirle su número de teléfono. Regresó a su casa con una seguridad renovada, mirando como un tonto los números y memorizándolos, porque sentía que por fin había encontrado a la chica de su vida.
     Hasta que Harry entró en escena.


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Jecrufe:
Ya lo había leido y gustado bastante!! 006

Valnelia:
Gracias, wapaaaaaaaaaa...   024

Níobe:
Heeeeeeey, pues está genial 024 Me encanta, Val 032

Valnelia:
Gracias, wapi.    024

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