Parte III

SHALM
Eva llego al instituto Haven y se introdujo al aula, encontró a Emma sentada en el lugar de siempre.
El maestro de Ciencias, el Sr. Giben, aun no había llegado. Reacomodo su mochila en el hombro y se encamino al costado derecho del asiento de Emma. Nadie había ocupado su lugar aun.
«Que suerte», dijo para sí misma y sonrió.
?Eva? buenos días? ?la saludo Emma al ver que se acercaba y tomaba el lugar junto a ella.
?Buenos días? ?le contesto girando su cabeza para mirarla de frente. Luego de acomodarse en el asiento, vio que su amiga la miraba expectante por lo que pregunto, aun contenta?: ¿Qué hay?
?Bueno, es que quería invitarte a? ?comenzó Emma, pero no pudo terminar la oración.
?Buenos días, jóvenes... ?pronuncio saludando el maestro al entrar al aula?, la clase dará comienzo, silencio y en sus lugares, por favor?
Un coro de «sí» y de «claro, Sr. Giben» fue escuchado antes de que todos tomaran asiento.
?Bien? como vimos en la clase anterior, la Células están compuestas por?
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Después de que terminaran las primeras clases, se dirigieron al comedor central. Emma se propuso comentarle a Eva sobre los planes para ir a quedarse a dormir en su casa.
Pero primero fueron a retirar sus almuerzos. Ya en el comedor empezaron a ver qué elegirían, había un variado menú.
Cada una se tomo su tiempo para decidir. Cuando estuvieron seguras, lo colocaron todo en una bandeja y se encaminaron al lugar que siempre ocupaban.
Observaron el sitio y Zacarías ya estaba allí sentado, esperándolas. Y como si se hubiera percatado de la presencia de ambas, levanto la vista hacia ellas.
?Hola Emma, Eva? ¿Qué cuentan? ?les dijo al verlas.
?Hola Zac... ?dijeron ambas al unisonó antes de sentarse, seguidas de un «nada» y «no mucho» antes de que también se sentaran.
?Eva, tu siempre vistiendo tan alegre. Dime, ¿quien murió hoy? ?comento Zac con ojos risueños.
?Bueno, tú no, por supuesto ¿Acaso no es una lástima...? ?y marcó la pregunta con falso pesar mirando hacia Emma, quien puso sus ojos en blanco
?Bueno? ?empezó Emma para que ellos no continuaran y terminaran apuñalándose con más comentarios entre sí?, no pude hacerlo al inicio de las clases, pero, Eva, ¿qué te parece pasar en fin de semana a mí casa?
Y cuando Eva le iba a responder, Zac abrió la boca.
?¿Qué es esto? ¿Solo a Eva...? ?exclamo fingiéndose ofendido por la exclusión, pero sabía que Emma lo invitaría también?. Y qué pasara con tu pobre y desamparado amigo. O sea, yo... ?y mientras decía la miro con unos enormes ojos de cachorro triste.
?¿Que no tienes nada que hacer este fin de semana? ?intervino Eva, con una mirada divertida en los ojos?. Oí que las hermanas Thompson están tras de ti... y que incluso pelearon, ¡¡wau¡¡ ?termino riéndose de la mirada de terror que surgió ante la declaración.
?No digas eso, ¿estás loca...? Jamás saldría con ninguna de las dos ?le contesto rápidamente?. Oh, dios ¿quieres causarme una apoplejía?
?Pues no sé, ¿está funcionando? Quiero decir... ¿haría yo eso? ?pregunto con cara de inocente
?Claro que lo harías, fenómeno... y en un segundo, sin pestañear... ?dijo utilizando el apodo de burla que usaba para ella.
?Bueno, chicos... dejen de discutir, sé que se aman, pero no prediquen su amor de esa manera frente a mí ?anuncio Emma y en ese instante Zacarías y Eva voltearon al mismo tiempo hacia ella, que en ese momento estaba acomodando las cosas de su bandeja para empezar a servirse.
Levanto la cabeza y vio que ambos la estaban viendo...
«Solo muerto» y «ni loca» fueron sus réplicas respectivas a lo que había dicho Emma.
Ella los observo luego mirarse fijamente y haciendo caras por el pensamiento de solo dedicarse amor o cualquier otra oración que incluyera sus nombres y una palabra amorosa. A lo que Emma se limito a reírse de ellos.
?¡Ok! Dejen de hacer caras... y hablando en serio ?les dijo Emma sonriendo y moviendo la cabeza de un lado a otro ligeramente para después mirar a la joven a su lado?. ¿Qué dices Eva? Nosotros tres, en mi casa, con piscina. E imagínate a Collins con una bandeja de todo lo que puedas comer...
?Ah, pues no sé, tendría que hablarlo con mamá.
?Pero hoy es viernes, mañana empieza el fin de semana, Eva, más vale que apenas llegues a tu casa y le hables... o mejor, háblale por el celular, ¿para qué crees que se inventaron?
Eva puso los ojos en blanco antes de contestar:
?¿Esa fue una orden, Zac? Sé que me extrañarías si no voy ?pronuncio con pesar disimulado?, y pensar que Emma me ha dicho que no podías vivir sin mí y no la creí, pero debo admitirlo... escucharlo de tu boca es un shock.
?No sueñes, fenómeno...
?Lo sé, lo sé. A los chicos les es más difícil demostrar sus sentimientos, lo leí en el libro de la profesora Madison, pero
Zac, tú y yo no podemos estar juntos ?le explico con exagerado dramatismo, mirándolo directamente a los ojos y
tomándole una mano?, las estrellas no están de tu lado... Marte esta en conjunción con Venus y ha predestinado que lo nuestro termina en un gran fracaso.
?No seas payasa... ?le dijo realizando una mueca, aguantándose la risa?, es más, tu ni siquiera lees el horóscopo, solo sabes que eres de Aries porque te lo dije... ?y esto último lo agrego riendo.
?Y desde esa vez, yo me he preguntado cómo es que tú sabes eso ?le replico con los ojos entrecerrados?, eres gay, ¿verdad?
Emma casi se atraganta y empieza a toser. Eva se levanta y le da golpecitos en la espalda.
?Claro que no, fenómeno... ?le contesto mirándola como si estuviera loca o le hubiese salido otra cabeza?, mi madre es una fanática de ese tipo de cosas, así que me ha atormentado desde la infancia con un montón de esas estupideces, ya te lo dije.
?Pobre bebé...
Zac entrecerró los ojos y la observo como si quisiera ahorcarla. Emma ya se recuperaba de lo que Eva había dicho unos instantes atrás.
?Emma, no me culpes si la asesino un día...
?Emma, cúlpalo.
?Niños, niños... ?les dijo con un tono medio ronco a lo cual se aclaro un poco la garganta antes de continuar?, dejen de discutir. ?Mientras decía esto, Eva y Zacarías se miraban entrecerrando los ojos?. Eva, déjalo ?pronuncio de nuevo su nombre, sabía que ella no se rendía muy fácilmente.
?Sí, sí, Emma, sujétale su cadena al caniche ?sugirió Zac.
?Guau, guau... ?le dijo sonriendo enseñándole oscuramente.
Emma suspiro y volvió a intentarlo:
?Zac, no ayudas, y Eva, qué dices, ¿iras a mi casa? ?le pregunto poniendo en sus ojos todo su anhelo de que ella fuera.
Eva la miro y realizo un puchero. Tomo el panecito que trajo con su comida, partió un poco, se lo llevo a la boca, lo trago y miro de nuevo a Emma quien esperaba su respuesta.
?Ok, se lo preguntare a la salida, a esta hora está en un caso.
?De acuerdo, entonces está resuelto, un fin de semana en mi casa ?dijo Emma como si el permiso ya hubiese sido dado.
?Sabes, Emma, aun no le he pedido el permiso ?replico Eva.
?Oh, vamos, tu mamá es un ángel, te dará el permiso, lástima que su hija no saliera igual... ?comento Zac.
Eva le saco la lengua a Zac y este puso los ojos en blanco. Emma descarto el comentario con un movimiento de su mano, mientras reía bajito de las cosas que se decían Eva y Zac.
Ceilenn
Iole
Templo Mayor del Kolter
Región Sur de Theron
La sacerdotisa tenía en su rostro una mirada fría y calculadora.
Observo a los machos frente a ella.
El primero de ellos, un guerrero llamado Kyr, se arrodillo primero frente a ella:
?Su excelencia, lo sentimos, pero es verdad. De alguna forma han encontrado el alma de Leiann...
A penas las palabras habían salido de su boca, se sintió molesta por ellas. No, más que molesta, las emociones que
surgieron en su interior en ese instante eran más cercanas a la ira que a una simple molestia. Levanto su mano y la coloco en su frente.
?¿A que se refieren con que la han encontrado? Explíquenme como pudo suceder eso ?les exigió con una voz afilada manteniendo su ira al borde.
No quería matarlos, aun no. Los miro fijamente mientras su compañero, Zair, asentía ante la pregunta.
?No lo sabemos, mi señora... ?contesto.
Iole esperaba que realmente le hubiera dicho algo significativo, pero al no hacerlo solo encendió su ira, aun más. Libero un poco de su poder hacia ellos, quienes aún permanecían arrodillados y con la cabeza mirando hacia el suelo.
«Estúpidos, estúpidos», pensó.
Se levanto de pronto y empujo de nuevo el poder por toda la sala, concentrando la mayoría de sus ataques en los dos individuos frente a ella. El despliegue de poder ocasiono que varias cosas dentro de la habitación se rompieran y que las paredes se agrietaran con la fuerza del mismo. La mente de la sacerdotisa llamada Iole estaba en un caos de furia ciega por la ineptitud de sus subordinados.
Después de unos minutos, los dos Cely acabaron con sus ropas rasgadas y varias heridas de cortes en todo el cuerpo.
?Estúpidos, sus respuestas no me satisfacen para nada... ?pronuncio fríamente.
Cada palabra iba cargada de poder, y de nuevo sintieron como sus cuerpos estaban siendo castigados. Levantaron sus rostros e Iole pudo ver el miedo, mezclado con fascinación reflejada en aquellas miradas.
Eso la complació en alguna medida superficial por lo que decidió no acabar con sus vidas aun. Pero eso no significaba que no podría cambiar de opinión y aniquilarlos.
Ambos Cely se miraron ansiosos y el guerrero llamado Zair se postro en el suelo ante ella, que había vuelto a sentarse en el silla en la cual había estado anteriormente.
?Mi señora? por favor, no? no nos aleje de su lado... ?le rogo. Y Kyr lo siguió en la oración.
«¿No nos aleje? En vez de: no, nos mate. Ah ?exclamo mentalmente complacida?, fascinante, como pueden aceptar que sus vidas realmente no son nada, si no están conmigo...», reflexiono algo divertida.
Un atisbo de interés brillo en sus ojos, mientras los observaba implorar por su misericordia. Como si ella realmente tuviera dentro de si ese sentimiento. Lo cual la recreó en un pequeño grado.
?No fue nuestra intención decepcionarla, mi señora, por favor? ?pidieron ambos. Pero ella no era fácil, había acabado con muchos guerreros a su servicio mientras ellos imploraron por su vida, por su perdón... ¿su misericordia?
En este mundo no había nada más valioso para ella, que ella misma. Todos los demás eran solo piezas para conseguir lo que quería, eran medios y reemplazables por cualquier otro.
?¡¡Creen que quiero escuchar sus patéticas escusas!! Pues no, así que no lo intenten ?exclamo sintiendo que el enfado volvía?. Explíquenme como la maldita de Tharaa fue a dar con el paradero de Leiann ?pregunto más fríamente?, cuando se suponía que ustedes habían acabado con el alma de esa? ¿Cómo?
No dijeron nada.
Solo un gran silencio en torno a la habitación y los dos guerreros que la miraban con devoción y angustia en los ojos.
Para ellos no había nada más valioso en el mundo que la Sacerdotisa frente a ellos.
Morir era una idea placentera en comparación a volver a estar fuera de su presencia. No les importaba si desde ahora solo podrían observarla de lejos, pero estar completamente alejados de su presencia era mucho peor.
Harían lo que fuera para remediar el error que habían cometido, cualquier cosa, incluso traicionar a la misma diosa o a quien fuera, después de todo ya lo habían hecho una vez hacía siglos. Y lo harían de nuevo, si lo ordenara, solo por estar con ella?
La valoraban incluso más que a sus vidas y ella lo sabía, y observo cómo se retorcían esperando su decisión, así que había jugado con ellos desde el comienzo y aun lo seguía haciendo. Ya se había enterado por otros medios que el alma de esa maldita había encontrado un cuerpo. Así que su ira había sido formada esa mañana.
Amaba que todos la adoraran, sin importar el porqué de ello. Podría ser por su belleza, su fuerza, su agilidad o su destreza. Pero eso no la detendría de jugar un poco con sus guerreros, después de todo eran suyos y haría con ellos lo que quisiera.
Habían cometido un error al no acabar con esa pequeña alma hacia unos siglos... la ineptitud no era algo que apreciara... en ningún sentido o forma.
En su corazón y mente creía poseer todas las cualidades propias de una reina y había demostrado merecer esa adoración durante todos esos siglos. Y por todas esas cualidades, ella debería ser la única e indiscutible gobernante de Ceilenn, no una cualquiera... solo ella.
La antigua Leiann no había merecido la ascensión al trono y la prueba de ello estaba en como acabo. ¿Por qué tendría que dejar que ahora una extraña ocupara el lugar que a ella le correspondía? Y todo? ¿solo porque fue bendecida con el alma de Leiann y ella no? «¡Claro, que no¡»
«Todo el poder de Ceilenn era para ella y para nadie más¡¡», pensó después.
Pero decidió dejar de jugar, tenía que encargarse de desaparecer a esa amenaza antes de que cruzara hacia ese mundo.
«Incompetentes. ¿Qué acaso todo lo tenía que hacer ella?», exclamo dentro de su mente, ya cansada por la infantil demostración de los guerreros.
?Silencio, ya me he cansado de sus palabras carentes de valor, retírense de mi presencia. Ahora, ¡¡o morirán!! ?sentencio.
Ambos Cely inclinaron su cabeza ante ella y se retiraron, sin decir nada. Porque sabían que si lo hacían estarían muertos. Iole quedo pensativa mirando por la ventana.
El viento era cálido y el cielo brillaba con pequeños relámpagos dentro de sí. Por unos instantes se sintió atrapada y sin saber qué hacer. Sopesando todo el dilema.
No permitiría que nadie se interpusiera en su camino. En medio de las reflexiones, la imagen de un guerrero que podría serle de ayuda cruzo su mente.
Y con su recuerdo, una dulce y encantadora sonrisa se formo en su delicado rostro. «Él la ayudaría? ?decidió?. Después de todo, ya lo había hecho una vez. No tendría por qué negarse a este pequeño pedido de parte de ella ¿no?
?Y su último pensamiento, antes de dirigirse hacia donde se encontraba él, fue: Estás muerta, Leiann.»
Evangeline
Camino en medio de la oscuridad sin rumbo...
Ni siquiera podía ver el camino por la negrura que parecía rodear el lugar. Lo que le resulto extraño fue que no podía
recordar cómo fue a parar a ese lugar.
«¿Qué no estaba en la casa de Emma?», reflexiono momentos después y giro su cabeza de un lado a otro para ver si vislumbraba algo, pero todo fue en vano.
No podía ver absolutamente nada.
Entonces, en el momento en que pensó que necesitaba luz, por alguna razón desconocida, su entorno empezó a tornarse más claro.
«¿Esto era un sueño? ¿Cuándo se había dormido ella?», se preguntó mientras un sendero se fue formando frente a ella.
Unos instantes después escucho una pequeña melodía que provenía de muy lejos de donde estaba, miro hacia el frente y vio una luz?
«¿Tal vez era el final del camino?», parpadeo dos o, tal vez, tres veces antes de cerrar los ojos, ya que la intensidad de la luz casi la cegó por un momento.
Se froto los ojos suavemente tratando de recuperarse de la repentina claridad de donde ahora se encontraba y poco a poco se fue adaptando. Cuando pudo ver a su alrededor, se encontró en el centro de un campo de rosas negras, estas flores desprendían un suave y delicado aroma.
«¿Dónde estoy ahora? ?El paisaje le resulto familiar?. ¿Acaso conocía este lugar?», indago dentro de su mente, pero se le olvidaron los interrogantes una vez que la tenue melodía se dejó escuchar más cerca.
«Alguien la había llamado, ¿verdad?». Y como si hubiera hecho la pregunta en voz alta, las palabras de la canción se hicieron más claras para ella:
Cuando la luna
se asoma al cielo?
Ella saluda a Leiann.
Cuando la luna
aleja la oscuridad
de la noche?
Ella protege a Leiann.
Mientras sus mágicos rayos
bañan la tierra?
Ella fortalece
a Leiann.
Y si la luna
se vuelve roja?
Ella busca
a Leiann.
Mientras la escuchaba, se encamino como de forma automática y sin control alguno de su cuerpo hacia donde se encontraba la dueña de la voz.
«¿Desde cuándo aquella voz había estado cantando para ella?»
La melodía parecía ser llevada por el viento hasta sus oídos. Y a medida que las palabras de la canción iban avanzando, sus pies se fueron moviendo más y más rápido? como si tuviesen la necesidad de encontrar a la dueña de la voz.
«¿Quién era? ¿Por qué le cantaba? ¿Por qué acudía a su llamado? ?Las notas y las palabras le parecieron conocidas, las había escuchado antes, y si fue así?, ¿en dónde?»
Esas fueron las dudas que se formaron dentro de ella. Se sintió desconcertada por su reacción hacia ellas ya que con cada nota, un hilo de regocijo se introducía en su cuerpo, como si aquellas palabras le otorgaran fuerza.
«¿Aquella mujer siempre la llamaba dentro de los sueños? No? ¿o sí?». Se sintió confusa, y sabía que tendría que recordar algo así, pero?
¿Donde estas?
Mi Leiann?
La voz se marcho de pronto al igual como había llegado, dejándola sola otra vez, como cuando estaba en aquella oscuridad
«¿Por qué se alejaba? ¿Que no deseaba que la encontrara?»
Miro a todos lados y escucho atentamente, pero lo único que encontró fue el abrumador silencio que era roto por el tenue murmullo de los arboles al mecerse con el viento.
Suspiro resignada ante por su actual situación.
«Al menos ya no caminaba como si fuera una muñeca movida por hilos invisibles», reflexiono tratando de ver el lado positivo del extraño sueño.
Miro a sus costados y observo como las rosas se movían con el viento.
Se quedo por un instante observándolas fijamente. Sintió algo raro con respecto a ellas, como si las mismas debieran estar haciendo algo más y no lo estuvieran haciendo.
Y las miro atentamente mientras esperaba?
Y esperaba...
«¿Qué esperaba? ¿Que estas se movieran hacia ella?»
«Sí, eso era lo que las rosas tenían que hacer?», sentencio dentro su mente.
«¿Por qué no lo hacían?», indago de pronto, luego razono aquel pensamiento y le resulto absurdo. «¿Por qué las rosas tendrían que venir a ella? Y siendo sincera ¿por qué tenía la impresión que debían moverse? Las plantas no se mueven?»
Giro la cabeza hacia aquel sonido.
Dum
«¿Una campana?», se preguntó saliendo de sus anteriores cavilaciones. Se puso a dar un vistazo a su alrededor, tratando de descubrir de dónde emanó el sonido.
Dum
La segunda campanada fue más estridente que la anterior y pareció sacudir el inestable mundo en el cual se encontraba.
Se sintió inquieta? y algo desconcertada.
Dum
Otra campanada más, pero esta vez la resonancia causo que la visión ante ella empezara a cambiar.
Las rosas empezaron a emitir un extraño brillo, pareciendo adquirir un tono más oscuro y sombrío. Fijo su mirada al cielo y observo como centenares de aves volaron agitadas alejándose del lugar.
Escucho como las aves parecían anunciar con su canto el augurio de algo oscuro y su corazón se aceleró de pronto.
Dum
El cielo se oscureció sin ningún aviso, tan rápido que ni siquiera pudo observar el cambio. Y el brillo del sol fue cubierto por las nubes, que estrepitosamente se unieron en su contra, como si fueran movidos por una voluntad extraña y ajena a la naturaleza.
La inquietud que se alojo dentro de ella hace unos minutos se extinguió por completo de pronto, como si lo que pasara fuera realmente lo que se esperaba que las nubes hicieran.
Su agitación ceso.
Fue curioso, pero el hecho no la desconcertó o causo miedo dentro de ella. Ni siquiera se cuestiono el porqué de su permanencia en el lugar, después de la abrupta calma, solo se quedó allí, esperando algo?
Algo más, no estaba segura de qué.
Pero se sentía expectante.
Sí, esa palabra la describía, porque se encontró a si misma algo ansiosa y alerta también.
Esperando algo o a alguien?
«¿Vería a ese alguien? ¿Cuánto había pasado? Pasado? ?pensamiento que cuestiono de pronto?. ¿Pasado de qué??», preguntas y más preguntas cruzaron por su mente pero para ninguna tenia respuesta.
Y mientras, a su alrededor, las cosas seguían cambiando y adoptando otra forma. Cuando las inversiones terminaron, camino de nuevo entre las rosas, que ahora parecían más vivas que antes y las sintió familiares, como siempre debieron ser.
Fue un tanto particular y reconfortante a la vez.
Y a medida que avanzaba a través de las rosas, sintió la rica tierra bajo sus pies, como si esta le brindara su fuerza y la alimentara, se sintió embriagada, feliz por esa inusual experiencia.
Tanto que se encontró extendiendo los brazos para sentir al viento entre sus dedos, mientras este bailaba en torno a ella, como si hubiesen jugado juntos antes, giro sobre si misma lentamente disfrutando de aquella sensación única.
Las rosas se balancearon tiernamente hacia ella, saludándola. Y un pequeño rayo de luz se filtro de entre las nubes hasta alcanzarla, y el poder del fuego la envolvió como una caricia de poder.
Tanto poder dentro de ella, cerró los ojos y se permitió disfrutar del momento.
Dum
La sensación de éxtasis desapareció ante aquel sonido.
Abrió los ojos y reparó en como más aves que quedaban volaron lejos de donde se encontraba, como si pudieran sentir que algo se aproximaba.
Pequeños relámpagos surcaron el cielo, iluminándolo.
Una tormenta se estaba formando.
«¿A caso la tormenta era un aviso?», se preguntó mientras levantaba la vista al cielo. Tuvo la impresión que llovería en cualquier momento.
El viento ceso su danza en torno a ella y todo quedo sumido en un completo silencio. El mundo pareció aguantar la respiración, mientras un rayo cruzaba el cielo y caía en tierra.
El eco del estruendo pareció despertarla del estupor en cual se encontraba. Parpadeo varias veces.
?¿Qué sucede? ?pregunto en un susurro, pero no hubo respuesta, solo el crujir de los cielos y el silencio. Cerró los ojos resignada y un momento después los abrió de nuevo. Todo parecía en calma.
Dum
Retrocedió tres pasos ante aquel sonido mientras todo frente a ella pareció volverse inestable. Se dio vuelta y advirtió como, a lo lejos, la figura de una persona se hace visible poco a poco.
«¿Qué hacía aquí?», se preguntó mientras no podía evitar mirarlo fijamente.
Había algo en él que hacía que no pudiera apartar la mirada.
Se movió lentamente y con gracia a través de las rosas, justo hacia donde se encontraba ella. Algo dentro de ella se removió al observar a aquel hombre, como si dentro de su alma lo hubiera reconocido de pronto.
Después de unos pasos, el hombre se detuvo y fijo su mirada en la de ella y quedaron como cautivos, uno en los ojos del otro. Una pequeña ráfaga de viento se inicio de pronto y acabo tan rápido como vino.
Desvió su mirada hacia distintos sitios y vio como otras tres figuras aparecieron de pronto frente a sus ojos. Ahora ya había cuatro hombres en su visión, y fue extraño? porque creyó reconocerlos de algún modo.
Cada uno de ellos estaba como a 10 metros de ella.
Quiso dar un paso hacia ellos, pero su cuerpo no le obedeció, estaba como plantada en aquel sitio, incapaz de avanzar.
Ahora que quería hacerlo, sus piernas no lo permitieron. Cada uno de ellos estaba rodeado por diferentes auras, pero tenían algo familiar para ella.
Una palabra le vino a la mente? «¡míos!» al tiempo que una voz demando dentro de ella.
Ellos la miraban y ella a ellos. Como si no pudieran evitarlo. Como si sus mundos estuvieran unidos y fueran uno solo.
Quiso moverse de nuevo. Pero en ese instante, un gran trueno se escucho de pronto y un gran relámpago que atravesó el cielo, llamo su atención.
Una pequeña gota de agua cayó en su mejilla.
Se llevo la mano a su rostro y lo toco medio, frotándose para sacárselo. Observo su mano y vio que estaba manchada de
sangre.
Eso la saco de su estupor y la asusto. Las rosas en torno a ella empezaron a arder, mientras llovía sangre del cielo.
«No?», grito de pronto, angustiada.
Dum
Resonó otra vez la campana a lo lejos, el sonido pareció estremecer su cuerpo. Este pareció vibrar dentro de ella y por un instante se sintió débil, mareada.
Examino el cielo, había parado de llover y guio una mano para cubrir sus ojos; esto fue un movimiento reflejo de parte de ella, ya que no había luz de sol del cual protegerse.
Y en un instante la alejo de nuevo lejos de su rostro. Las observo y estas, estaban completamente rojas; la sangre de la
lluvia se había pegado a ella.
Estaba manchada; sus manos, su rostro, su cuerpo... sus ropas.
La desesperación se apodero de ella, mientras grandes lágrimas caían por sus mejillas. Y cuando la primera gota de sus tristes lagrimas toco la tierra bajo sus pies, el suelo desapareció.
No tuvo tiempo siquiera de moverse o percatarse de lo que sucedía y cayó dentro del abismo que se abrió bajo sus pies.
Fue completamente devorada por la oscuridad, en una caída libre mientras gritaba, sin poder aferrarse a algo. Se encontró desamparada y cayendo. Solo era consciente del aroma de las rosas, que colmo sus sentidos, justo antes de
escuchar una voz familiar...
La voz la obligo a volver de donde caía.
Una luz... la voz venia de la luz.
?¡¡Eva¡¡ ?Una tenue voz se escucho en medio de la oscuridad como si fueran ecos en la distancia.
Ya no caía, pero estaba como suspendida en medio de algún lugar, justo en medio de la penumbra.
«¿Quién es? ¿Por qué no me ayudas? ¡Estoy perdida...!»?Eva, despierta...
«¿Quién? ¿Qué?»?EVA.