PARTE II

Evangeline
Eva despertó abruptamente del sueño con un fuerte dolor de cabeza?
Hacía como una semana que no dormía del todo bien. Y lo peor? que no recordaba de qué iba el sueño, o pesadilla más bien.
Solo tenía el presentimiento de que debía haber sido malo, ya que un deje de angustia aún estaba rondando dentro de su mente...
«Malditas pesadillas? ¡!déjenme en paz ¡!», gritó dentro de su mente, con el corazón todavía acelerado, sentía como si hubiese tenido una descarga de adrenalina.
Ahora sabía lo que los actores de sus pelis querían decir con eso: «!¿Por qué?, por Dios¡».
Casi había saltado de la cama al despertar y el dolor que tenía en la cabeza solo empeoró cuando tuvo que mirar a todos lados en la habitación, buscando algo? que ni ella sabía realmente lo que era.
Pero con todo eso llegó a una conclusión muy razonable, tal vez una lección que debería recordar para siempre?
«No volvería a comerse tres pizzas con coca cola antes de ir a dormir.»
El dolor que sintió al despertar desapareció en los minutos que había estado reflexionando acerca de la pizza y la coca cola. Se llevó las manos a los ojos, frotándolos, y luego bostezó ampliamente.
Aún tenia sueño. Se reacomodó en la cama y se acurrucó en las cálidas sabanas.
Estuvo así como un minuto, relajándose para intentar volver a dormirse, cuando un rayo de luz entró desde la ventana y le dio justo en los ojos.
Agarró la almohada y la puso sobre su cabeza, así el sol no le daría de lleno.
Unos instantes después trato de dormirse, dos minutos más y casi logró permanecer de nuevo en los brazos de Morfeo, pero un estridente sonido la detuvo.
Era el despertador.
Lloriqueó unos segundos y luego, enfadada, acabó maldiciendo al sol y a la mañana por atreverse a existir?
Se levantó lenta y pesadamente arrastrando las sabanas tras ella, que cayeron al suelo cuando salió por completo de la cama.
No las recogió porque le daba pereza hacerlo. Y solo siguió dejando todo incluso más desordenado que antes. Miró atrás observando el desorden y luego al frente.
?Necesito una ducha ?susurró antes de continuar su camino.
Siempre estaba de mal humor cuando despertaba?
Ni siquiera su madre venía a despertarla desde que cumplió ocho años; prueba de que la conocía muy bien? y de que los demás que se creían valientes, debían tener cuidado de hacerlo.
Automáticamente caminó por la habitación hacia el cuarto de baño. Si hubiera habido alguna cosa extraña en su habitación, justo en ese momento, ni se habría dado cuenta.
Era como un zombi, con un solo objetivo en mente; introducirse al baño? y lo del medio que se quitara.
Cuando estuvo dentro, observó la manilla de la ducha y la encendió. Se desvistió lentamente, mientras bostezaba a cada pocos segundos.
En eso recordó el porqué de su extremo cansancio.
El día anterior fue la clase de educación física. Habían hecho como tres vueltas al campo de juegos del instituto y casi le quitaron las ganas de siquiera tener piernas. Incluso casi le habían dado calambres y algún que otro tirón...
?Malditos entrenamiento ?se quejó, y toco el agua con los dedos. Luego introdujo todo el cuerpo, que estaba aún medio dolorido, bajo el agua caliente.
No le gustaban los ejercicios físicos. Es más? estaba en contra de ellos.
Y su cuerpo estaba de acuerdo con ella.
Cuando habían terminado de dar las vueltas, empezó a sentir pulsaciones en las piernas, como si éstas hubieran desarrollado pequeños corazones que escogieron ese momento para comenzar a latir, y dentro de su pecho sintió que algo se quemaba, como si se desgarrara necesitando mas aire.
Definitivamente era la peor materia junto con las matemáticas.
«Aunque pensándolo mejor: las matemáticas llevaban la delantera y educación física iba después». Dentro de su cabeza, su voz interior realizó un eco en acuerdo a la reflexión.
Era agradable que por una vez estuvieran de acuerdo en algo. Su voz interior le respondió con un bufido? y algo parecido a poner los ojos en blanco.
«¿Todos tenían molestas voces interiores?», se preguntó entonces. Era una pregunta que siempre se había hecho y para la cual no tenía respuesta.
Porque en realidad nunca se había animado a comentarle sobre eso a nadie.
«Y si decían ¿que estaba loca?»
?Hm? ?realizó un sonido medio especulando sobre ello, pero lo único que logró fue fruncir el ceño con la cantidad de probabilidades de las cuales podría resultar esa confesión.
Aunque todas ellas tenían algo en común; terminaban con ella en una camisa de fuerza y en un lugar con agradables personas de batas blancas? «Mala idea», le aconsejó rápidamente su voz interior.
?Está bien. Cuando tienes razón, tienes razón? ?contestó a su voz interior.
Porque bueno, no era como si fuera la primera vez que hubiese llegado a esa conclusión y por ella misma sin la ayuda de aquella parte de su mente.
Ya todos pensaban que era medio rara por vestir siempre de negro y tropezar con toda cosa que estuviera en un radio de distancia de ella.
Sin mencionar que obtener la oportunidad de asistir a Haven era única. Y el ochenta cinco por ciento de la población en Ashford estaba de acuerdo junto con el noventa y nueve de toda América.
Así que supuestamente era afortunada. Ella no se sentía afortunada o algo cercano a eso? se seguía sintiendo como ella misma.
Aun seguía con la actitud indiferente a lo que sucedía a su alrededor y poseía una personalidad excéntrica. Claro que si le preguntaran a sus compañeros?
Mejor no pensar en los rumores que se habían levantado en torno a ella.
Algunos hasta pensaban que pertenecía a una banda, lo cual era muy raro por que jamás en toda su vida se había montado en una moto, así que no necesitaba ayuda para parecer más extraña ante las personas de lo que ya era.
«Claro que no?», concedió su voz interior.
A lo cual ella respondió con un «cállate». Realmente su voz interior podía llegar a ser muy molesta, era así todos los días, ¿y la culpaban porque su actitud era mala? Si conocieran al yo interior que llevaba dentro, la proclamarían santa. En serio. Y no le objetarían tanto como lo hacían ahora. Porque ella tenía la fuerte opinión de que no hallarían mucha luz allí dentro?y eso era definitivo.
Estuvo como quince minutos así, solo dejando que el agua cayera por su cuerpo; despejando su mente de las telarañas que se formaron esa mañana y alejando un poco el cansancio que se había cernido sobre ella.
Después de otros veinte minutos se encontró a sí misma divagando dentro de su mente. Siempre acababa haciendo eso, se introducía dentro de su propio espacio y solía apartarse del mundo real.
Eso no siempre era bueno, ya que algunas veces había provocado que chocara contra una columna. Fue una vergüenza enorme, pero le había parecido como si hubiera salido de la nada frente a ella, y PAM? se había dado de lleno contra el poste.
En el momento que recordó eso, se percató de que tenía que salir ya si quería llegar a tiempo al instituto. Recogió la toalla limpia, que su madre le dejaba siempre cada mañana.
Cuando pensó en su madre, le dio algo de hambre y se preguntó que habría para desayunar.
«La coca cola y la pizza no te sirvieron de lección, ¿eh?». Se encogió de hombros ante aquello y prosiguió a vestirse un poco más rápido.
Para el día de hoy, que el cielo estaba medio gris, decidió que se pondría una blusa roja con un vaquero negro. Se los puso y fue a su armario por su abrigo largo que le llegaba hasta las rodillas del mismo color que el vaquero, para que hiciera juego.
Y también, porque refrescaba un poco esa mañana. Además de que el negro era el color perfecto para todo, al menos desde el punto de vista de ella.
No se colocó ningún maquillaje? ¿para qué? No los necesitaba. Solo se aplicó un brillo transparente en los labios y se miró al espejo.
«Sip? así está bien», se dijo a sí misma, examinándose. En el Haven no tenían uniformes, valoraban la individualidad de cada estudiante o algo así, no recordaba todos los valores que resaltaba el instituto de todas formas.
Luego observó el pequeño escritorio que se encontraba dentro de la habitación en donde estaban su mochila y los libros. Los tomo de uno todos y los metió sin orden dentro. Junto con unos bolígrafos, dos lápices de papel, un sacapuntas, al cual miro antes de meterlo preguntándose si aún funcionaba, pero después de un instante solo lo coloco junto con los demás y se encogió de hombros.
Ya estaba lista para ir.
?¡Eva¡ Ya baja a desayunar, se te hará tarde? ?le gritó su madre desde la planta baja de la casa?
?Ya, Ma, estoy bajando? ?contestó mientras se colocaba la mochila en el hombro y bajaba para desayunar.
Si los dejaba allí estaba segura que se le olvidarían.
?Claro, Eva, te creo, solo apresúrate? ?respondió su madre, riéndose de ella.
A lo que Eva no tuvo más remedio que poner los ojos en blanco justo mientras abría la puerta y luego, bajando las escaleras, se preguntó: «¿Por qué nunca le creía, cuando se lo decía?». A lo que su voz interior contestó con otra pregunta: «¿Por qué nos conoce?». Lo que la hizo realizar unos bufidos antes de sentarse en la mesa y servirse el desayuno.
Emma
Se encontraba ya vestida y tomando el desayuno; a la hora exacta para realizarlo de forma tranquila y ordenada. Todas sus actividades para el día estaban escritas en la agenda que el Sr. Collins había elaborado para ella.
La mesa frente a ella era elegante y delicada, cada platillo y cubierto estaban debidamente colocados sobre la misma.
El Sr. Collins había dispuesto para el desayuno de hoy unas tostadas, el té con leche, con dos de azúcar como le gustaban, y claro, sin olvidarse de las frutas cortadas en rodajas que estaban justo al costado derecho de un platillo de duraznos, todo muy nutritivo que la ayudarían a obtener energía y comenzar el día. No sabía que pensar acerca de ello.
«¿Pensaba realmente el Sr. Collins que podría acabar sola con semejante desayuno? ¿Tal vez le estaba dando una indirecta de que debía comer un poco más?», se preguntó después mientras se servía un poco. «O tal vez pensaría que Eva le había contagiado un poco de su apetito. Cuando pensó en ello sonrió para sí misma.
Toda su vida había sido siempre solitaria? antes de conocer a Eva. Con sus padres viajando todo el tiempo por negocios familiares, nunca encontraban tiempo para ella.
Solo eran los Collins y ella en una gran casa que estaba vacía. Frías paredes de mármol y finos ventanales y pasillos que carecían del cálido ambiente familiar. Nunca pudo disfrutar de esos pequeños placeres mundanos. Ella, como hija única de los Petrucci, poseía también deberes sociales que tenía que realizar, inclusive ya desde la corta edad de diez años.
El Sr. Collins era un hombre que aparentaba entre los 45 o 46 años, hijo del anterior mayordomo de la familia. Los Collins habían trabajado para la familia Petrucci ya desde 15 generaciones y eran empleados muy leales. Cuando el padre de Collins murió, pasó a ocupar el puesto de mayordomo de la familia, y esto ocurrió justo unos días antes de que naciera.
Así que tenia a Collins como único acompañante prácticamente desde? siempre. Lo había llegado a apreciar mucho durante todos esos años. Y él se preocupaba por ella tanto, se entristecía de que no tuviera amigas y que no quisiera relacionarse con ninguna otra persona.
Ella siempre observo a la sociedad a la cual pertenecía como frívola, que no veían más que por sus propias ambiciones sin fijarse en los demás. Así que cuando llevo a Eva a la casa, Collins se mostro contento por ella.
Sacudió suavemente su cabeza para alejar aquellos pensamientos tristes. Y examino en la agenda lo que haría hoy, una de las cosas que realizaría seria estudiar con Eva en la biblioteca las lecciones de matemática que le resultaban difíciles.
Para ella, Eva era una persona despistada y un poco descuidada, pero tenía muchas cualidades. Ya que su inteligencia y rapidez de mente se mostraban cuando desea comprender o conseguir algo.
Se hicieron amigas en el primer año de instituto, ya casi a mitad de año. Antes de eso ni siquiera habían cruzado más de dos palabras. Ya que Ella no prestaba mucha atención a sus compañeras de clase y aunque era muy popular por ser una Petrucci, no se relacionaba mucho con los demás.
Eva era una alumna que no destacaba entre los demás alumnos, era callada y reservada. No se llevaba bien o mal con ninguno de los compañeros/as.
Desde su punto de vista era un cero a la izquierda. Aunque debía admitir que tenía un aura extraña que mantenía a los demás alejados. Era como si no perteneciera a este mundo. «Ya basta, leer demasiadas novelas paranormales no te hizo mucho bien», recordó que se dijo en ese entonces y aun lo pensaba.
Para ella fue algo muy extraño, ya que al principio era como si algo en Eva la llamara y la repeliera de acercársele. Ni siquiera sabía que estaba becada en el Haven.
Solo fue después de aquel incidente que se hicieron amigas? De pronto una voz la alejo de aquellos recuerdos?
?Señorita, ya es hora, su chofer la espera? ?anuncio el Sr. Collins desde la entrada del comedor. Luego cruzo el umbral y se acerco a ella para ayudarla con la silla para levantarse
?Gracias, Collins? ?dijo, levantándose de la mesa?. Ya estoy lista? ?informo al mayordomo, quien asintió con la cabeza.
?Señorita, Emma, su mochila? ?la aviso, entregándosela con un rostro impasible de formalidad.
?Oh, qué extraño, pensé que la había bajado. Gracias? ?dijo, tomando la mochila de sus manos y encaminándose hacia la puerta seguida por Collins, mientras decía?: Hm? creo que invitare a Eva a dormir hoy, así que por favor, ve que todo esté listo. ?Cuando llego hasta la puerta, volteo para ver la sonrisa del Sr. Collins por aquello?. Bueno, eso es todo, ya sabes lo que le gusta Eva? nos vemos más tarde ?agrego finalmente para después salir de la casa y subir al auto que la llevaría al instituto Haven.
Zacarías
La vida apesta.
Esa era su firme creencia desde que despertaba hasta que acababa el día, desde el mismo momento que llego a Ashford.
Y esa mañana, al levantarse y mientras se preparaba para ir al instituto, no había cambiado de idea. Algunos pensarían que estaba exagerando; pero no era cierto, era la más absoluta verdad para él.
Y en serio, lo creía; se aburría en la ciudad de Ashford, la vida allí era como un carrusel, y para un chico de16 años, estos apestaban? y lo hacían en grande.
Todos los días eran monótonos. No pasaba nada interesante alrededor de él? «Aunque pensándolo bien», se dijo, «no era la vida en sí misma».
Solo el lugar en donde se encontraba y había sido aislado. Cada día tan parecido al anterior. Ya saben, como si estuvieran viendo una película miles de veces y ni siquiera fuera una que te gustara.
Sí, era como para querer pegarse un tiro, pero se amaba mucho a sí mismo como para hacerlo, además empezó a darse cuenta de que él no era el problema sino sus padres, por condenarlo a semejante tortura.
Lo único interesante fue haber encontrado a Emma y a Eva; con quienes se junto desde el momento mismo que las conoció. Eran divertidas? o al menos Emma lo era. Eva solo era extraña, la mayor parte del tiempo, pero también le agradaba.
Y aunque ambas eran un año menor que él, se divertían juntos. De esa manera, asistir al Haven se volvió un poco más aceptable para él. Si no fuera por ellas, su amor propio no le habría bastado y se habría decidido tarde o temprano a tirarse a un rio para dejar que el agua se introdujera en sus pulmones y lo ahogaran.
Claro que el decidir aquello no lo ayudaría en nada. Por una simple y sencilla razón; el maldito pueblo de Ashford ni siquiera tenía un arroyo o algún pequeño lago que fuera lo suficientemente decente para que cumpliera el trabajo.
Sí, señor, sus padres le habían jodido bien grande al mandarlo aquí.
Y todo porque había destruido un par de autos.
O sea, tenían muchos, ¿qué les preocupaban unos cuantos perdidos? Después de todo, no es como si no pudiesen comprar otros, ¿no?
Pero bueno, aquí apareció el jodido terapeuta de ellos, quien les había dado a entender que él necesitaba un cambio. ¿Un cambio...? ¿Él? ¿Para qué? ¿Y por qué razón? Él no creía que necesitara cambiar su forma de pensar o el ambiente en el cual siempre se había desenvuelto.
Estaba bien consigo mismo. Y que el mundo se fuera al diablo si no le gustaba como era.
Después de todo, ¿que era el mundo para un Drent?
Solo algo que debía tomar y conquistar.
Ceilenn
Templo Mayor.
Región centro norte de Theeron.
Kolt. De la Gran Madre.
Doce guerreros caminaban con pasos firmes y seguros hacia la entrada del Kolter. Habían sido convocados por la segunda Alta Sacerdotisa de Ceilenn. Esto fue un acontecimiento inusual por donde quiera que se mirara.
La primera razón de que esto fuera así, que siempre eran convocados solo dos de ellos o un máximo de tres BELHOR a la vez. Pero que los doce fueran llamados era de cierto modo inquietante.
Y la segunda razón de ello era que casi nunca se hacía, solo en épocas de guerra o en casos excepcionales, donde debían tomar decisiones que repercutirían a un nivel mundial en Ceilenn.
Cada uno de ellos iba vestido con su armadura sagrada, mostrando los colores de sus clanes, junto con el símbolo de las bestias, con los que fueron bendecidos desde su nacimiento hacía cientos de años...
Atravesaron las puertas del Kolter y caminaron por algunos corredores, tan majestuosos e imponentes que cegarían la vista de simples mortales, y cuyas paredes estaban llenas de inscripciones con símbolos del ancestral idioma que dio origen a la vida en Ceilenn.
También podían observarse las guardas que estaban gravadas en las piedras, que protegían a los que vivían dentro de los muros del palacio. Éstas eran diferentes a las demás inscripciones ya que destacaban con un inusual rojo escarlata.
Los muros del Kolter del templo mayor eran impenetrables o eso había creído desde tiempos antiguos. Una sacerdotisa se apareció de pronto y se paro frente a ellos frenando la marcha hacia el salón principal.
?Mis señores, permítanme guiarlos ?les dijo antes de voltearse y situarse frente a ellos para guiarlos.
Se miraron unos a otros, pero la siguieron sin decir nada, solo unas inclinaciones de cabeza como afirmación fue todo.
Eran muy conscientes de su fuerza y de que podían hacerle frente a cualquier cosa si los guiaban a una trampa. Pero eso no evito que se hicieran preguntas como: «¿Por qué no iban al salón principal para la reunión? Y, ¿por qué no fue la primera sacerdotisa quien los convoco? ¿Qué pasaba realmente?». Ninguno de ellos hizo estas preguntas en voz alta, pero quedaron suspendidas entre ellos a través de las miradas que se daban entre sí.
Solo siguieron a la pequeña sacerdotisa hacia el lado sur del Kolter, donde los pasillos estaban impregnados por una magia pura y antigua como el universo mismo. Ese lugar inquieto a los Omish sagrados dentro de ellos, cosa que no les agrado a ninguno; sabían a donde los dirigía ese camino y que hubieran sido convocados para asistir a ese lugar no era buen augurio.
Llegaron a las puertas del Kolter mayor y se miraron sorprendidos entre sí; lo sospecharon de algún modo, pero esto era demasiado para asimilarlo.
El poder del lugar los saludo con una corriente de energía que agito aún más a sus Omish e hizo que resonaran sus auras con el poder ancestral. Si ellos no fueran los BELHOR, príncipes de Ceilenn, solo andar por el pasillo los abría vuelto locos o peor aún, los habría llevado a la muerte.
Era una leyenda que solo la Reina Leiann y sus consortes podrían entrar a ese lugar.
Cruzaron la puerta y observaron el trono de Leiann que estaba frente a ellos, en sus costados estaban dos pilares del mármol más negro que existían en todo Ceilenn, que representaban a los soportes del universo de su mundo. Desde que entraron por la puerta no hablaron entre sí, hasta que el silencio fue roto por uno de ellos.
?Demonios. ¿Alguien sabe por qué nos convoco a todos? ?pregunto impaciente Nara, cuyos ojos eran de un negro que rivalizaba con los pilares.
?No, a mi tampoco me dieron más detalles que a ti o que a cualquiera de nosotros, por lo que veo ?contesto Iommi, que era el más tranquilo de todos, con unos ojos tan azules como zafiros que transmitió firmeza y tranquilidad en sus palabras mientras observaba los rostros en blanco y miradas de confusión de algunos.
Siempre era bueno que él se encargara de Nara. Todos conocían su temperamento volátil, no siendo conocido por ser el más calmo de los guerreros o incluso el más sensato, ya que siempre se metía en problemas.
No le gustaban las reuniones y era más feliz matando algo que hablando.
?Ya veo ?le contesto Nara a Iommi, para nada contento porque no tuviera la información, así que lo intento de nuevo?: ¿Ni siquiera tienes sospechas de que podría tratarse?
Según veían la interacción entre los dos BEHLOR, se dieron cuenta que Iommi intentaba aplacar a Nara otra vez. Todos esperaban que éste pudiera calmarlo.
No querían molestar a una Alta sacerdotisa. No si la segunda sacerdotisa era Tharaa, quien era muy seria y no tenía un sentido del humor bueno. ¿Y porque no ser sinceros? Ellos ni siquiera podían pensar que tuviese uno, bueno o malo.
?En realidad, no, pero debe ser algo importante. ¿Por qué más nos convocaría a todos, en estos momentos, si no fuera así? ?indico razonablemente Iommi.
?De acuerdo. Pero no?. Esto no me gusta, estar aquí está agitando a mi Omish? ?dijo, pero no continuo preguntando.
Todos se calmaron, Nara no crearía problemas al menos por ahora, y a decir verdad, a nadie le encantaba la idea de encontrarse dentro del Kolter; sus bestias hacían resonancia con la magia del lugar, no solo era Nara el disgustado.
Por su parte, Nara quería luchar y golpear algo, estar inactivo solo lo ponía más tenso. Por eso Iommi y los otros no habían dicho nada, anticipándose a su reacción.
Un gruñido se escapó de Nara y éste retumbo a través de la habitación. Todos sabían que solo era un berrinche por parte de él y que no haría nada.
«Que lastima. Tal vez una buena pelea me habría ayudado, o tal vez no», pensó Nara. Después de unos segundos, dio un resignado suspiro y todos supieron que Iommi había ganado, al menos por ahora.
En eso, la Segunda Alta Sacerdotisa entro en la habitación.
Treinta minutos después?
?No lo hare. ?Eso fue lo último que salió de la boca de Nara antes de que la gran sacerdotisa lo lanzara a través del salón por medio de una gran ráfaga de aire.
? ¿Qué dijiste? ?pregunto Tharaa, la segunda alta sacerdotisa, en un tono suave y meloso, con lo cual la sala quedo en un silencio tenso.
Cuando la alta sacerdotisa ejercía esa voz era porque había problemas. Ella no aceptaría una discusión de parte de nadie sobre la decisión que acababa de anunciar ante los BELHOR, de las doce casas de Ceilenn.
?Maldita? ?susurro Nara minutos después de recuperarse. Se había dado de lleno contra el muro sur del gran salón. Una pequeña elevación del labio de Tharaa, en forma de burla, le indico que aquel comentario no le pasó desapercibido.
Pero aun así no dijo nada acerca de ello.
?Ya está decidido. Irán a traerla ?emitió de nuevo la orden, pero esta vez, con todo el poder que le confería ser una Sacerdotisa de la gran madre.
Esta decisión le había llevado tomarla tres noches con sus días y una profunda oración. El futuro de Ceilenn dependía de esto y no se lo tomo a la ligera. Y la gran madre le había respondido en sueños, dándole su total aprobación.
Nara se sacudió un poco como si fuera un gran felino y soltó un gruñido de disgusto. Pero se mantuvo callado ante la orden. Lo que le indico a Tharaa que obedecería aunque todavía no lo aprobara, no del todo aún.
?¿Dónde está? ?pregunto el guerrero a la derecha de Iommi, cuyo nombre era Taresh. Sus ojos eran de un lila profundo como los mares del norte de Ceilenn. Éste, al contrario que Nara, se mantuvo en una voz neutral desde que la gran sacerdotisa dijo que localizaron a la reina. Y no dirigió ningún desafío hacia ella. Su actitud hacia todos era siempre la misma; nada parecía afectarlo realmente, no por nada era conocido como el príncipe de hielo. O al igual que la pregunta que realizo Nara: «¿la ofenderá?», y puntualizo esto alzando una ceja.
La gran sacerdotisa se acomodo ligeramente en el asiento en donde estaba, dirigiendo su mirada hacia Taresh.
Aunque el príncipe de hielo siempre era calculador, poseía un gran corazón que solo algunos eran capaces de percibir. La gran madre estaba orgullosa de cada uno de los guerreros en la sala. Y se lo hizo saber a la sacerdotisa transmitiéndole ánimo y fuerza de espíritu. La energía fluía del trono de Leiann hacia los guerreros, aunque estos no lo pudieran notar
«Muy bien», pensó Tharaa antes de continuar y esta vez ofreció una verdadera sonrisa a los guerreros antes de dirigirse a ellos. Pero aunque la sonrisa era honesta, los doce notaron que había preocupación en sus ojos. Era algo raro que mostrara tal debilidad ante ellos. Lo cual llevo a algunos de los presentes darle toda su atención.
?BELHOR, guerreros de Ceilenn, las sombras de nuestro mundo, quienes representan la oscuridad que nos rodea, al igual que todo lo que la noche esconde; fortaleza, fuerza, coraje... Su deber? No. Su honor, es servir a nuestra reina. Y ella ha sido localizada? ?pronuncio cada palabra ceremoniosamente, dando a entender que no solo era ella quien hablaba, sino la misma madre, quien la invistió con el poder?. La reina, por ese desafortunado evento de hace siglos ?pronuncio esto con pesar recordando lo que nadie pudo prever que sucedería, pero continuo informándolos después de unos segundos en donde todos rememoraron lo ocurrido?: Su alma nos fue arrebatada, dejando como imposible la posibilidad de que después de 500 años pudiera reencarnar ?y remarco esto con un semblante de puro miedo y tristeza. Ya que sin una reina legitima en Ceilenn, todo su mundo desaparecería. Al igual que una rosa cuando el invierno esta cerca?. Pero nuestra reina, Leiann, nos ha otorgado una señal de vida. No sé los detalles aun¬ de lo que sucedió, pero su alma fue liberada ?prosiguió haciendo otra pausa para luego continuar. Lo que les iba a decir no sería del agrado de algunos?. Pero no está aquí en Ceilenn
?Ya dilo, Tharaa. Sin más dramas y ceremonias. ¿Dónde está Leiann? ?apremio el guerrero del norte, Naiel, cuyos ojos eran de un rojo escarlata y el más fuerte entre ellos. Tharaa sonrió condescendientemente hacia él y les dijo:
?La reina, nuestra Leiann, está en la tierra, está en Shalm.
Y en tanto esta noticia era sumida por los Príncipes de Ceilenn, los relámpagos surcaron el cielo fuera del Kolter. El Gran salón había quedado en un total y completo silencio después del anuncio.
Una pequeña maldición fue todo lo que se dejó oír mientras asumían que su Leiann había sido criada? por humanos.
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Explicación de algunos terminos:
Leiann: hija del Caos
BELHOR: es un titulo que reciben los principes de Ceilenn...
Kolter o Kolt: es una mension que reciben los lugares sagrados en Ceilenn un ejemplo los templos...
Shalm: es el nombre que se le da la mundo de los humanos...